Recuerdo que de niña viaje a diferentes lugares, en compañía de mi madre visitabamos a la familia o solíamos ir al país vecino (Tapachula, México) por productos para su negocio. Siempre me divertía viendo los diferentes lugares, veai casas y pensaba ¿Quienes vivirán allí? ¿Cuál será su historia? ¿Serán felices? si habían personas afuera veía sus rostros para tratar de saber si eran o no felices, o me encantaba tratar de leer cada rótulo de publicidad y ver si mi lectura era más veloz que el autobús, extraño esos dias pues mi única preocupación era saber si mi lectura era buena, nunca me detuve a pensar si mamá tenia algun problema, si el bus se retrasaba o si un accidente podría pasar mientras viajabamos.
Años más tarde seguí viajando pero sin mamá los rótulos dejaron de preocuparme y mis pensamiento era ojala llegue a casa antes que entre la noche o no debo gastar en otras cosas pues debo guardar dinero para el pasaje, en algunas ocasiones oraba super rapido para pedirle a Dios que llegara con bien, "Señor te pido que guardes mi salida y mi regreso, amen" tampoco me detuve a pensar en cada viaje por corto o largo que fuera que Dios siempre tenía cuidado de mi.
Un dia una amiga y yo decidimos hacer un viaje en automóvil íbamos a visitar a su mamá a la frontera de México, unos 133 Km mas o menos de distancia entre un lugar a otro, para nosotras era una aventura, era un paseo que queríamos disfrutar sin pensar claro en si algo podía salir mal.
Llegamos a nuestro destino sin ninguna novedad, disfrutamos un par de dias y llego la hora de despedirnos y emprender nuevamente nuestro viaje de regreso, después de algunos kilómetros recorridos empezó a llover fuerte tan fuerte que era muy difícil poder ver el camino, estábamos un poco asustadas cuando de pronto un autobús venía en el carril contrario e hizo que el agua se levantara de manera que fue como que una ola viniera al pequeño carro que mi amiga conducia, mi reacción fue cerrar los ojos pues yo venía de copiloto pero lo que supe minutos más tarde fue que mi amiga también cerró los ojos, no podía creerlo pues en un par de segundos pude imaginar lo que nos hubiera pasado si Dios no hubiera estado en control de la situación, podríamos haber chocado con el autobús, quizá salirnos de la carretera, podríamos haberle pegado a otro carro en fin las probabilidades de un accidente eran altas, y aunque en ese tiempo mi relación con Dios no era la mejor, le di gracias por habernos guardado.
Llegamos a casa sin novedad y riéndonos de nuestra aventura arriesgada, pero jamas olvidare ese dia, pues aprendí que Dios nos guarda no porque seamos buenos, sino porque él es bueno y en su infinita misericordia siempre nos cuida de nosotros pues fuimos creados con un propósito.
Aprendi tambien que cada decisión que tomamos puede tener una gran repercusión en nuestra vida pues no recuerdo haberle dicho a nadie que hiria a un lugar lejos de casa, así que mi consejo es que nunca salgas de casa sin decirle a tus padres o las personas con las que vives a dónde vas pues siempre habrá una posibilidad de que las cosas no salgan como uno quiere, nunca nunca olvides encomendar tu camino a Dios y no hablo solamente del camino cuando viajes sino el camino de tu vida, cada paso que des ten presente que Dios siempre debe ir al frente pues el mejor que nadie sabe lo que nos conviene.
La vida puede ser como un viaje arriesgado bajo la lluvia, en momentos puede ser divertido y en otros abrumador, pero con la ayuda y la protección de Dios siempre estaremos seguros y saldremos victoriosos para llegar a nuestro destino final, el cielo... :)
Dios te bendiga.
Encomienda al Señor tu camino, confía en El, que El actuará.
Salmos 37:5
Enséñame, oh Señor, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre.
Salmos 86:11
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